
Léeme la suerte gitana, dije bajo la sombra de un árbol, en el cerro Santa lucia.
Tu vida será extraordinaria, dijo la mujer. Serás importante, tendrás poder y riquezas...solo que…-turbándose un segundo.
¿Que? -dije yo.
Olvídalo-dijo y corrió en dirección a la alameda sin decir más.
Al tiempo gané un juego de azar, me visito la TV, me quiso la gente, me hice diputado por recoleta, y viajando en auto por la alameda, vi a una gitana haciendo señas en la lejanía, cuando la muerte me encontró…
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